miércoles, 23 de septiembre de 2009

CICATRICES DE UNA VIEJA HISTORIA

Les proponemos, mediante la lectura de este artículo, un viaje a través del tiempo hacia los años 70´, para recordar parte de un pasado que no podemos, ni debemos despojar de nuestra memoria.
El año 1975 se hacia presente con una realidad difícil de sobrellevar, un país que parecía ingobernable, con una crisis social y política sin precedentes y una deuda externa de alrededor de nueve mil millones de dólares. Argentina necesitaba un cambio milagroso y urgente que lo pudiera hacer resurgir de la miseria en que se encontraba, y todos los argentinos querían participar de ese cambio intentando imponer sus propios métodos. En medio de este clima se encontraban los adolescentes que, contagiados con el aire revolucionario, buscaban cambios importantes para el país. Fue en el invierno de 1975 cuando empezaron a reunirse para pedir la instauración real del Boleto Estudiantil Secundario que existía por decreto provincial, pero no era respetado en la ciudad de La Plata. Incluso al disponerse el descuento para estudiantes, hubo un aumento en la tarifa general por lo que la rebaja quedaba desdibujada. En septiembre del mismo año, estudiantes de distintos colegios de La Plata llevaron a cabo una multitudinaria marcha hacia el Ministerio de Obras Públicas, acción de suma importancia para la lucha por los “Boletos a un peso”, porque consiguió nuclear a aproximadamente 3000 estudiantes y lograron que se de cumplimiento a los exigencias establecidas.
Ahora bien, cuál fue el incentivo que llevó a la realización de esta campaña efervescente por parte de los estudiantes secundarios. El fomentar entre los jóvenes esta clase de participación y compromiso por el bienestar social… Sería sólo un accionar solidario que respondía a los problemas existentes; o, en realidad, esa lucha formaría parte de otra de mayor amplitud, que respondía a un nuevo proyecto de país...
Comenzaba un nuevo año, pero la situación no lograba estabilizarse. La Argentina estaba inmersa en una profunda problemática que parecía no tener solución. Con el general Juan Domingo Perón ya fallecido en el año 1974 y su esposa Isabel, presidenta de la Nación luego de su muerte, cada vez más debilitada y menos respaldada, se anticipaba una nueva dictadura; que tuvo su inició en el mes de marzo de 1976. Ésta contaba con un propósito bien definido: Pacificar la sociedad, logrando instaurar el orden y la disciplina. Con el general Jorge Rafael Videla al frente del estado, la Junta Militar presentaba el Proceso de Reorganización Nacional como respuesta a la demanda de cambios que exigía la sociedad. El punto clave a atacar para lograr este objetivo era la concentración subersiva. Pero, quiénes eran marcados como subversivos… Miembros de organizaciones guerrilleras, movimientos de protesta y sindicatos, dirigentes gremiales y políticos, religiosos, intelectuales, abogados, integrantes de organizaciones de derechos humanos y todo aquel que tuviera alguna clase de vinculación con estos grupos, comenzaron a desaparecer como resultado de una serie de operativos que incluían secuestros, torturas, traslados por diversos centros clandestinos, sometimiento constante; y finalmente, liberación para algunos, muerte para otros.
Bajo este escenario donde reinaba la incertidumbre y el miedo, en septiembre de 1976, 10 estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nº3 de La Plata fueron secuestrados por medio de un operativo realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía Bonaerense. La noche del 16 de septiembre de 1976 es reconocida y recordada por los argentinos como “la noche de los lápices”, en la que se produjo el secuestro de 6 de esos 10 adolescentes, los cuales nunca fueron devueltos a sus familias. Esos 6 estudiantes tenían nombre y apellido: Claudio de Acha, María Claudia Falcone, Horacio Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Francisco López Muntaner. Aunque para algunos eran sólo desaparecidos, una “incógnita”, sin identidad, un número más en una larga lista que seguiría acrecentándose con el correr de los años. Sin embargo, es indispensable aclarar que ellos no fueron los únicos desaparecidos ese septiembre del ´76; si bien, quizá, son los más inmortalizados ya que un libro y una película hicieron posible guardan su historia para que el tiempo no pueda arrebatarnos el recuerdo de estos jóvenes.
Nos permitimos terminar este artículo expresando nuestro propio punto de vista. Sea cual fuere el motivo de los sucesos de esa noche, la campaña por el boleto estudiantil o la militancia política de estos jóvenes en la unión de Estudiantes Secundarios, el “escarmiento” que se pretendió dar a los estudiantes fue desmedido y el derecho a la vida del cual se los privó, injustificable. Aquel desgastado “por algo será” no encuentra fundamentos en el cien por ciento de los casos. Por otro lado, creemos que es admirable el compromiso político que distinguió a los adolescentes de aquella época, la motivación y la disposición para participar en acciones tendientes a revolucionar al país, aunque las medidas empleadas sean puestas en tela de juicio.

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